Continúo ahora con las experiencias vividas en el Cañón de Añisclo.
FORMAS GEOLÓGICAS EN LA CARRETERA
Por Añisclo habíamos pasado en varias ocasiones, pero sin adentrarnos en él. Conocíamos por tanto lo que desde la carretera se ve, la ermita de San Úrbez, el puente (que qué vértigo asomarse) y basta. En este viaje queríamos dejar aparcado el
y caminar por un entorno que intuíamos muy hermoso. Muchas eran las propuestas, pero no sabría decir por qué, nos decantamos por subir hasta el pueblo de Sercué previo paso por el puente, la ermita, caminar al lado del río bellos, antes de encaminarnos ladera arriba bajo la protección de los árboles. BAJADA DESDE LA ERMITA HACIA LA SENDA QUE NOS DIRIGE A SERCUÉ
ESTAMPA DEL RIO EN LA MISMA SENDA
A PUNTO DE EMPEZAR LA SUBIDA
El entorno es de una gran belleza. Merece la pena ir haciendo paradas, mirando a las cumbres, al río, echando la vista atrás para tratar de captar en la retina cuanta más belleza mejor.
ECHANDO LA VISTA ATRÁS
VISTAS DESDE LA SUBIDA
Al finalizar la subida, cuando ya avistamos el pueblo de Sercué, nos sorprendió ver manzanos, los cuales no podían pasar desapercibidos por la presencia por el suelo de pequeñas manzanas. Habíamos leído que el pueblo estaba abandonado, pero no era así. Desde luego si en algún momento perdió a todos sus habitantes, ahora está resurgiendo.
Habíamos planteado bajar por el mismo camino de subida, pero una vez en Sercué, hablando con un vecino del pueblo, éste nos sugirió bajar por dos alternativas, la habitual por el puente de Espucialla y una que a su juicio era la perfecta, más corta, con mucha pendiente, pero “sin ninguna dificultad para gente joven”. Nacía esta ruta en el camino de una fuente del pueblo y vertiginosamente te dirigía hacia el río Aso. Cintas de plástico de las que encontramos en obras y otras circunstancias atadas a las ramas y troncos de los árboles eran la señalización que nos guiaban, hasta que en un punto dejamos de divisarlas. Coincidía con un fuerte escalón en el terreno que además parecía encadenarse en una sucesión, pero eso simplemente lo intuiamos. Sin ganas de arriesgar y tras consultar el mapa, decidimos subir de nuevo al pueblo, para regresar por la 2a alternativa.
La bajada es sencilla y no tiene gran belleza hasta llegar a nivel del río Aso. Una vez en él era fácil imaginar las caídas de agua que se deben de producir en primavera, las cuales mojarán el suelo que en estas fechas pisamos seco y harán el paso algo más dificultoso que en esta ocasión.
Tras cruzar el río por el peculiar puente nos sumergimos en una especie de túnel de árboles que nos llevaron hasta la carretera. Por ella caminaríamos hasta volver a encontrar la señalización a la ermita.
En total, con muchas paradas y con la bajada frustrada por el camino de la fuente de Sercué, Llegamos al punto de partida sobre las 15h, habiendo echado por tanto unas 5 horas, muy interesantes. Cañón de Añisclo no defraudó. Totalmente recomendable.
Saludos,
Jj.
