Aquí estoy otra vez, para enseñaros unas fotillas de una escapada que hice el miércoles, 8 de abril al Pico de Anie.
El día era perfecto: sol, ni una sola nube en el horizonte, mucha nieve y ganas de caminar. ¿qué mas puede faltar?

Pues nada. Salgo de Logroño a las 06:00 h. y llego al aparcadero que hay en el Colado de Ernaz (ó Col Pierre St. Martin) a las 08:30 h. Me pongo a preparar el equipo y, cual es mi expresión de pánico cuando veo algo que no me puedo creer:
¡me dejé las raquetas! ¡No me lo puedo creer! ¿¡seré gañán!?

El caso que las quité del

En fin, pues nada. Después de acordarme de mis muelas (entre otras cosas), me preparo para dar una vueltilla hasta donde me deje la nieve, pues una vez que he llegado hasta allí, no me iba a dar la vuelta sin más.
Un cuarto de hora antes que yo, salen dos montañeros (bien equipados) en dirección al Anie, y decido seguir sus pasos, a ver hasta dónde puedo llegar y, cuál es mi sorpresa, que la nieve está más dura de lo que pensaba. Lo suficiente para andar por ella al menos hasta llegar a la ladera del Arlas, el primer pico que me encuentro al salir.
Las vistas del Anie son espectaculares, y me hierve la sangre por llegar hasta allí…..


Poco a poco, voy llegando al pie del Arlas. Allí me calzo los crampones, porque el camino que discurre por la ladera oeste es muy estrecho. Son las huellas de otros excursionistas, que con los días han quedado marcadas y resulta ser muy estrecho. Un tropiezo, y te vas por la ladera abajo. Así que, precaución…



Una vez superado esto, llegamos al denominado “Col de Pescamou”, y por delante se presenta una auténtica belleza de paisaje, repleto de nieve, con el gran Anie al fondo.

Seguimos andando, pues la nieve continua siendo dura, aunque la capa superior empieza a derretirse poco a poco con la fuerza del sol, y la temperatura, que es bastante agradable.
Por delante de mi veo en la distancia a los dos compañeros que salieron antes que yo, y a cuatro excursionistas más que se mueven con esquís de travesía (eso si que está bien, porque el descenso de la montaña con esquís, es una auténtica gozada).
Poco a poco, vamos subiendo y bajando rampas del camino, con la huellas de pisadas y del los esquíes bien claras….


Para, finalmente, pasar por un collado cuyo acceso tiene una especie de forma de pasillo bastante curioso, a la vez que impresionante…..

....para finalmente llegar hasta unas vistas de lujo: ¡El anie se presenta majestuoso!




(esta última es una


La nieve se deja, y mis ganas de llegar a los pies del mismo, hace que siga un poco más, no sin preocuparme, pues el hielo se va haciendo cada vez más blando, y el regreso sin raquetas se puede hacer muy, muy cansado.
Finalmente legamos al pie del Anie, mientras en la distacia empiezo a ver a gente que se dispone a subir con los esquíes, y otros que ya se hallan en la cumbre.



Tras una paradita para reponer líquidos y un poco de azúcar, nos echamos la manta a la cabeza y empiezo la ascensión. Es una pendiente que impresiona, con mucha inclinación ( al menos para mi) pero que está muy bien marcada por las huellas de los que me preceden, que al final hacen como de escalones de la subida.


La subida es durilla, pero la recompensa llega finalmente y el corazón se me sale del pecho.






(las dos últimas fotos, panorámicas con el móvil, también me salen movidas. Me tiembla el pulso que no veas...

Y como colofón, una preciosa vista con el Midi d´Ossau al fondo.

Las vistas son el mejor colofón para esta aventurilla. A los que estamos en la cumbre se nos dibuja una sonrisa de oreja a oreja. Unas cuantas fotillas (con el pulso temblando aún), una frío que pela allá arriba, y empezamos el descenso, no sin cierto respeto. Una de los excursionistas me ánima en la cumbre, y me despeja dudas en la bajada. Una persona muy maja, de nombre Joseba, quien parece estar ya curtidillo en estas cosillas, me da unos consejos muy útiles para el descenso. Mucho cuidado, piolet en una mano, en el lado de la montaña, y bastón en la otra, con mucho cuidadín (que diría chiquito de la calzada

Una vez abajo, reponemos fuerzas (bocata y bebida, como no. . .



El resto de la gente ya había desaparecido en su descenso con los esquís, y me queda un regreso en solitario, que me da la risa. . . .

Finalmente, la nieve no está tan derretida como pensaba, excepto al final, que ya se empieza a notar, especialmente al bordear el Arlas, y llego, bastante cansadillo al aparcamiento. Todavía me quedan dos horas y pico de camino

Bueno, espero que os hayan gustado las fotos. realmente no pensé que pudiese llegar sin las requetas de marras, pero mi insistencia dio sus frutos y es un privilegio.
Bueno, gracias por aguantar a este pesado y sus relatos

