El sábado estuve con Migu por nuestro querido Parque. El plan original era hacer el Tour del Midi, pero la niebla y el frío que nos encontramos nada más cruzar al país vecino nos obligaron a improvisar un plan B.
Así que tras compartir carretera y paciencia con los primeros ciclistas de los, literalmente, casi diez mil que iban a circular por el Valle de Tena durante la jornada (Quebrantahuesos) pensamos que lo mejor sería alejarnos de semejante vorágine y enfocar las ruedas hacia Ordesa.
Buscábamos algo corto, entretenido y a poder ser que no conociésemos… ¿Hacen unas clavijas? Venga, Tozal del Mallo.
Llegamos a la pradera bastante tarde, cerca de las 11h, y nos fue justo para aparcar.
La senda, como muchos conocéis, arranca desde la Casa Oliván para encaramarse hacia el Circo de Carriata.
La subida es solitaria y umbría. Un espectáculo de silencio y luz tamizada por la frondosidad del bosque. Sólo en algún caprichoso giro del sendero podemos ver muy de vez en cuando el retablo de piedra al que nos dirigimos:
En apenas una hora, los erizones empiezan a ganarle terreno a los árboles aproximadamente en el punto en el que el camino nos permite ir hacia la Faja Racón o seguir subiendo.
Desde esta perspectiva parece inverosímil que exista paso para superar semejantes moles.
Por praderas herbosas no tardamos mucho en ir ganándole altura al Tozal según llegamos a los paredones de Carriata:
Como hemos optado por subir por las Clavijas, con ellas nos encontramos.
Migu, afrontando el tramo vertical:

(Dos anuncios y volvemos en 3, 2, 1...)





