Este sí que es un lugar para ir entre semana para tener un poquito de tranquilidad y poder llevar incluso a los abueletes más abueletes.
Pero todo eso no quita la espectacularidad del lugar.
En el acceso, hierba alta que invitaba a jugar al escondite. A mí, al menos, me recordaba cuando era niña y jugaba con los chavales del barrio. Al día siguiente siempre había

Ayyy y las amapolas.

La ruta es absolutamente llana sin medio cm de desnivel.

Los buitres acechando. Hubo un momento que llegamos a contar más de 40.


Y perfectamente camuflados con la roca

Un entorno…


Aunque uno de los dos túneles es un tanto puñetero. De ida no hay mayor problema, pero de vuelta, la curva hace que haya una zona absolutamente oscura. Uno de los nuestros casi deja los cuernos en el camino.





