Os dejo un reportaje de la última ruta (escasas, por otra parte) que he disfrutado este año. Es de finales de septiembre, y aunque el panorama ya ha empezado a cambiar con las primeras nieves, tal vez le pueda servir a alguien como idea para futuros planes. Allá vamos:
La subida comienza por terreno de sobra conocido, con decisión hacia arriba, por detrás del emblemático refugio de la Casa de Piedra.
Avanzamos con ganas y a buen ritmo, y a pesar del fresco de la mañana (inversión térmica siempre a primeras horas en el Balneario) pronto entramos en calor.
Dejamos atrás los bonitos saltos de agua que hace el Caldarés en este tramo y no tardamos mucho en salir frente a la llamada cuesta del fraile, antesala de la cubeta donde se levanta el joven refugio de Bachimaña junto a los ibones del mismo nombre.
Bordeamos como tantas otras veces ambos lagos por su orilla orográfica derecha hasta la cola del superior. El panorama se va ampliando. Encrucijada de caminos. Hacia la izquierda nombres míticos, (todos lo son aquí!), ibones Azules, Infiernos, Tebarray…. A la derecha Bramatueros, Batanes, Xuans… y de frente, nuestro camino de hoy, Pecicos, Marcadau, Wallon…
El torrente que desagua de Azules baja con fuerza gracias a las lluvias recientes. Lo sorteamos por donde mejor nos parece.
Mientras pasan los compañeros pienso en lo importante que son los bastones para superar estos imprevistos del camino y que, tal vez, sólo pensamos en ellos para subidas y descensos pronunciados.
Retomamos la marcha y seguimos ascendiendo de manera cómoda. No tardamos mucho en llegar al barranco por el que baja bravo el torrente que vierten los Pecicos. Mismo problema que antes e igual solución. Cruzamos sin consecuencias y en un suspiro estamos en los ibones. Bonito y solitario rincón apartado de rutas con más renombre.
Foto Juanma:
Once años hace ya que pasé por aquí por primera y única vez. Mismo paisaje que, sin embargo, se percibe distinto. La perspectiva del tiempo, como se suele decir.
Aprovechamos para reponer líquidos y plantear el ascenso. La Gran Facha culmina el anfiteatro que tenemos delante. Seiscientos metros de desnivel que se muestran, desde aquí, infranqueables.
Estamos subiendo por una ruta apenas frecuentada. Los accesos tradicionales son desde Respomuso o Walon. Nosotros nos hemos dejado llevar por las indicaciones de un montañero veterano y alguna reseña perdida de internet.
Lo cierto es que no lo vemos claro. El collado sur de la Facha es evidente, ¿pero esa pedrera? No encontramos hitos. Se intuye una traza que empezamos a seguir más por fe que por convicción. Un paso adelante y dos hacia atrás; eso en el mejor de los casos. Otras veces es como caminar sobre el aire.
En rojo por donde subimos. Luego en casa, ya con el terreno conocido, comprobamos que la traza normal hubiese sido por las marcas azules
Con frecuencia echamos un vistazo hacia abajo, sobre todo por animarnos. Los ibones de Pecico se van alejando a pesar de que tenemos la sensación de encontrarnos siempre en el mismo punto de subida. Motiva pensar, eso sí, que el regreso por aquí será como hacerlo con esquís.
Como todo empeño tiene su recompensa, la pedrera termina en un estrecho y más empinado, si cabe, corredor. Salvo los primeros pasos que siguen siendo mortalmente duros, pronto se deja hacer con la ayuda de las manos.
Salimos al collado sur. La panorámica desde aquí compensa cualquier esfuerzo. Impresionante la línea que traza el Midi d´Ossau con el embalse de Respomuso y Campo plano. Aunque queremos más y esto no ha terminado. Acometemos la trepada final por donde mejor nos parece unas veces, siguiendo las marcas de algún hito perdido, otras.
Sin ser demasiado aéreo, este tramo tiene su “ambiente”. Conviene prestar atención, especialmente a las rocas que el agua y el viento se encargan de mantener bien afiladas. Enseguida se suaviza la pendiente y alcanzamos la cresta que nos conduce en un suspiro a la cima.
Los grandes se ponen a la altura:
Panorámica de primer orden al ser ésta una montaña que despunta como una pirámide sobre su entorno. Infiernos, Musales, Frondellas, Balaitus, Vignemale, Monte Perdido… hasta el Midi de Bigorre, con su característica antena y observatorio astronómico, se aprecia con claridad.
Sí
, sí cima:
El tiempo acompaña. A pesar de ser una de las ascensiones más frecuentadas desde Respomuso, sólo nos juntamos con otros cuatro montañeros que han elegido esa vía para llegar. Disfrutamos la cumbre.
Cazador cazado. Foto Juanma:
Reponemos fuerzas y muy a nuestro pesar emprendemos el descenso. Aseguramos los pasos ya que es mal terreno para dar un tropezón. Superada esta parte, una vez en el collado, nos detenemos un instante para retener en la memoria el amplio panorama que se despliega.
Dejamos atrás rápidamente el corredor y, como comentamos en la subida, el embudo de piedra suelta que nos hizo sufrir hace un rato ahora nos precipita como flechas hacia el fondo del circo. La montaña se mueve con nosotros. Por cada paso que damos ella nos desliza tres, así que llegamos con rapidez a la orilla del ibón. Una vez deshecho el canchal, recuperamos el silencio y la soledad que todo lo inunda.
De ahí venimos:
Me gusta la montaña en esta época, la luz que todo lo pinta de matices ocres, la sensación de espera que ofrece la naturaleza ante el letargo inminente que llegará con las primeras nieves, los días tibios con sus tardes breves.
Volvemos sobre nuestros pasos. Caminar de frente a Bachimaña es siempre un regalo. Colosal anfiteatro plagado de senderos que terminan donde comienzan tantos sueños.
El regreso es de sobra conocido por todos desde este punto, con su correspondiente jarra fría en Casa de Piedra, por supuesto
Que os haya gustado!
Un saludo!!
. Esa zona me encanta. 