Llanos de La Larri y Cascadas
Publicado: 09.09.2014 - 17:28
Subimos desde la ermita que hay junto al parador.
Una buena subida que no da tregua. Tiene de bueno que es toda por bosque y se agradece la sombra. De todas formas, en media hora se coge la altura suficiente para, a partir de ahí, empezar a disfrutar de la zona.
El camino trascurre por una pista cómoda hasta entrar en el valle
La verdad es que me recordó mucho a Otal.
Con sus vaquitas, caballos, su cascada al fondo,…
Y sentarse bajo un árbol a contemplar el paisaje, intentar identificar alguna de las cumbres,… y como no reponer fuerzas… todo un placer.
La vuelta la hicimos por la ruta de las cascadas. Una bajada totalmente escalonada que nos llevará directamente a la explanada del parking. Está estupendamente acondicionada con escalones, pero lógicamente son romperrodillas. Aunque como paras continuamente para ver y sacar las mil fotos a las cascadas pues tampoco se hace tan duro.
La piedra roja tan característica de la zona.
Y como no, una vez abajo, tuvimos que hacer dos escalas, una en el parador, con una terraza privilegiada (aunque se lo cobran, claro) y otra en el refugio, en donde se respiraba una tranquilidad estupenda.
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Una buena subida que no da tregua. Tiene de bueno que es toda por bosque y se agradece la sombra. De todas formas, en media hora se coge la altura suficiente para, a partir de ahí, empezar a disfrutar de la zona.
El camino trascurre por una pista cómoda hasta entrar en el valle
La verdad es que me recordó mucho a Otal.
Con sus vaquitas, caballos, su cascada al fondo,…
Y sentarse bajo un árbol a contemplar el paisaje, intentar identificar alguna de las cumbres,… y como no reponer fuerzas… todo un placer.
La vuelta la hicimos por la ruta de las cascadas. Una bajada totalmente escalonada que nos llevará directamente a la explanada del parking. Está estupendamente acondicionada con escalones, pero lógicamente son romperrodillas. Aunque como paras continuamente para ver y sacar las mil fotos a las cascadas pues tampoco se hace tan duro.
La piedra roja tan característica de la zona.
Y como no, una vez abajo, tuvimos que hacer dos escalas, una en el parador, con una terraza privilegiada (aunque se lo cobran, claro) y otra en el refugio, en donde se respiraba una tranquilidad estupenda.
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