PIRINEOS CENTRALES.—DESDE PANTICOSA A LA MALADETA (Extractos)

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eduardosanchez
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PIRINEOS CENTRALES.—DESDE PANTICOSA A LA MALADETA (Extractos)

Mensaje por eduardosanchez »

Hola a todos:

Finalizados, lamentablemente, los recorridos del Cantor por el territorio calcáreo, van a aparecer en escena una serie de turistas/montañeros relatores de la evolución que se va a producir al recoger el testigo dejado por aquel. Y no van a ser solamente extranjeros, hoy en día vilmente perseguidos por ciertos colectivos xenófobos. Vamos a ver como cruzó el macizo calcáreo el Ingeniero Industrial D. Hans Deffner, colaborador de la Real Sociedad Española de Alpinismo Peñalara, después de la época pionera, a principios del siglo pasado.


[hr]
…13 de julio de 1916…

…Después de hacer con dos compañeros míos la excursión desde el pueblo de Panticosa, por el puerto de la Tendeñera a Bujaruelo, Val [Valle] de [del] Ara hasta el puente de los Navarros y Val [Valle] de Ordesa,… …la continué desde la casa de Olibán [Oliván], por Soaso, collado superior de Goris [Góriz], Salinas, Plan y Benasque, hasta el pico de Aneto, y paso a narrar mis impresiones y las peripecias de mi viaje, dando a conocer a mis lectores partes de España que probablemente la mayoría de ellos no conocerán…

…A las cinco y media de la mañana del 3 [13] de julio del año 1916 partimos de la casa de Olibán [Oliván], en el valle de Ordesa, que por suerte habíamos encontrado abierta, pues el mismo día la visitaron varios ingenieros militares. Y digo por suerte, porque desde que dura la guerra están cerrados los dos albergues de Ordesa, que antes se sostenían dando hospedaje a los excursionistas franceses que bajaban del Monte Perdido y sus puertos; pero por causa de la guerra ya no pueden venir, y, por desgracia, los españoles no se acuerdan, o no lo saben, que tienen en los lindes de su patria uno de los paisajes más hermosos del mundo…

…Subimos por los bosques altos y espesos, con sus hayas gigantescas, arbustos gruesos de boj, penachos de abedules, altos robles y abetos de esbeltas formas, bordeados por las paredes multiformes del hondo cañón. Llegamos a los prados de Soaso cuyas hierbas cubiertas de rocío brillaban como diamantes al sol. Anduvimos sobre los mullidos tapices verdes, adornados con las estrellas y campanillas azules de las gencianas, las primuláceas amarillas y encarnadas, las pujantes orquídeas, y de trecho en trecho con puñados de leontopodios (patas de león, Edelweiss), con sus estrellas blancas y suaves…

…Según nos dijeron en Bujaruelo y Ordesa, debíamos encontrar por aquí dos pastores con una gran manada, que nos podrían acompañar, o, por lo menos, instruir respecto al camino de los collados de Goris [Góriz] y de Añisclo. Pero ya estábamos en el circo que forman los murallones laterales, uniéndose delante de nosotros en una garganta obscura, de la cual cae el río Ordesa [Soaso], en un salto grande y hermosísimo [Cascada de Soaso, Cascada del Abanico o Cola de Caballo]; ya el Monte Perdido y el Soum de Ramond nos miran con toda la frialdad cristalina de los ventisqueros; pero no encontramos pastores ni manada; solamente los grajos [chovas] revolotean sobre los peñascos que bordean el salto…

…La senda que nos guiaba hasta ahora se perdió en el terreno pedroso, y ni con prismáticos pudimos hallar ya la menor huella, a pesar de que debe conducir por la pared rocosa a la primera terraza de Goris [Góriz]. Subir al lado del salto tampoco fué posible, por las peñas salientes que lo rodean; escalamos, pues, la pendiente izquierda, una escombrera que termina en peñascos desnudos, desde los cuales pudimos mirar dentro de la garganta [Gárgolas] y reconocimos que era imposible seguir a la altura en que nos encontrábamos, sino que había que bajar al río, encima del primer salto, a cuya orilla izquierda (en el sentido de nuestra marcha), vimos que se podría continuar trepando. Hicimos esto, y sin grandes dificultades conseguimos pasar por estribaderos estrechos y pendientes de piedras derrumbadas de las paredes; subir por rocas bien escalables, tomando así el segundo y tercer salto del río, que rodea aquí un peñasco. Ya se cierran casi encima de nosotros los murallones, y de sus rocas salientes caen corrientes de agua…

…Mas no podemos seguir ya por esta orilla, y hay que pasar el río, todavía ancho, saltando sobre piedras grandes, al otro lado, donde están desmoronándose las peñas, cuyos pedazos, que caen abajo, han formado un derrumbadero algo menos inclinado. Detrás del mismo vemos el cuarto salto, el más alto y más bello de todos, que nos cerraba definitivamente el paso por la barranca…

…Volvimos, pues, al derrumbadero para ver si él nos permitiría libertarnos de este infierno tan prodigioso en sorpresas, pero poco agradable para nuestra situación. Como llevábamos los morrales llenos de ropa y de comestibles y demás necesidades para un viaje de quince días (el mío pesaba 14 kilogramos, sin contar la máquina fotográfica y el bastón alpino), y tampoco teníamos ni cuerda ni zapatos trepadores, dudaban mis compañeros de que fuera posible franquearlo. Convinimos en que yo principiaría a buscar la salida, y, si veía la posibilidad de alcanzar la terraza, llamaría a mis amigos a fin de que me siguieran…

…Comencé a escalar la pendiente, bastante escarpada, de la cual se desprendían con mucha facilidad las piedras, que caen con sus escombros, por lo que tenía que probar cada piedra antes de apoyarme sobre la misma, y muy despacio gané así la altura. Por la incesante lluvia de piedras no pudieron seguirme mis compañeros ni un solo paso. A medida que iba ascendiendo resultaba la muralla más escarpada, hasta el extremo de que las piedras sueltas no podían detenerse; y como por las hendiduras de las rocas crecen hierbas en tierra vegetal en la cual podían clavarse bien los dedos y clavos de mis botas, dándome así más facilidades para tomar el derrumbadero, a pesar de su repecho más grande, pronto alcancé su cima (unos 30 ó 40 metros sobre el río), de suave declive, al final de la cual arranca una pared vertical de unos seis metros de altura. Ahora ya podían seguirme mis amigos, y, descansando un rato, observé cómo trepaban…

…Me acerqué a la nueva pared y fácilmente subí unos tres metros; pero pronto me faltaron los apoyos; necesitaba de todos mis dedos para agarrarme en las rocas, y como me molestaba el bastón, por no tener en donde apoyarlo, lo lance a la ventura hacia arriba, ya que reconocí que la pared terminaba bruscamente, buscando la horizontal. La primera vez retrocedió; pero la segunda quedóse arriba. Entonces pude buscar nuevos agarraderos, que encontré, en forma de una grieta, muy arriba; asíme a ella con ambas manos, puse una rodilla en el apoyo donde tenía hasta entonces la mano izquierda, y así, casi colgado, pude mirar ya sobre la pared, viendo una llanura de césped. Para escalarla incliné la cabeza sobre las hierbas del linde de la terraza, a fin de dejar caer el morral sobre mi cabeza, para poder tener más libres los codos, que extendí, apoyándome con ellos sobre los bordes de la pared, y con un fuerte impulso subí al terraplén…

…Algo fatigado por este último esfuerzo, me senté en la orilla del césped [Plateau de Garcés], viendo a mis camaradas, descansando, que todavía estaban casi en el mismo sitio donde les había visto al comenzar la última subida. Les llamé; pero el estruendo de los saltos de agua era tan fuerte, que no se pudo entender ni una palabra. Por sus señas deduje que no querían seguirme; pero yo no quería resignarme a haber hecho en balde esta penosa subida, tanto más, cuanto que vi a mi lado la senda más hermosa. Les di a entender que yo subiría al collado de Goris [Góriz] y que ellos dieran la vuelta por el sur del grupo del Monte Perdido. Se mostraron conformes, y nos separamos. Eran las once; a las diez habíamos entrado en la garganta…

…¡Qué contraste más grande hallé aquí! Estuve en un prado multicolor [Plateau de Garcés], lleno de abundantes y fragantes flores, donde mariposas, coleópteros y lagartijas se bañaban en la luz caliente del sol, mientras abajo, en la garganta, hacía un frío húmedo. Las paredes, altas y estrechas, no dejando penetrar ningún rayo de sol en la obscuridad que reina en sus hondos; los aguaceros [Gárgolas], que abajo me mojaron, serpentean por entre las rocas de enfrente como venas radiantes, pierden su base y caen hechos polvo acuoso, formando velos coloreados por el arco iris…

…A pesar de que esta garganta [Gárgolas] es de lo más bello que he visto en los Pirineos, no aconsejo a los excursionistas que intenten seguir mis pasos al escalar la pared como yo lo hice, por lo menos sin ir provistos de cuerdas y sin ser acompañados por un buen alpinista o guía, ya que hay una subida mucho más fácil más hacia el lado derecho del circo [Brecha de Góriz, aunque las clavijas no existían todavía], tal como lo ha descrito D. Alberto Oettli… …La senda que siguió el Sr. Oettli es probablemente la misma que hallé a mi lado, que, aunque se esconde de vez en cuando entre las hierbas exuberantes, guía bien por una fuerte pendiente gramínea y traspasa cómodamente la segunda pared [Vueltas de María], coronada por una nueva terraza [Plateau de Bernal]…

…En esta segunda terraza me azotó un viento glacial. Vino del Monte Perdido, que vi en toda su extensión delante de mí. Es el monte más cercano y más alto (3.352 metros) y brilla por sus amplios ventisqueros y glaciares. Su macizo total se compone de tres cumbres. La del medio está ya citada. A su izquierda se ve el Cilindro (de 3.327 metros), denominado así por su especial forma, y a su derecha, el Soum de Ramond (de 3.248 metros), también de forma cilíndrica. Todo el grupo se llama por aquí Las Tres Sorores. Al lado del Cilindro, y algo delante, hay un triángulo romo de gran base y nevado completamente: el Marboré, de 3.253 metros de altura. Delante del Soum de Ramond se encorva un arzón ancho, el collado superior de Goris [Góriz], mi objeto perseguido, al cual sigue una cumbre negra y gruesa, el pico de Goris [Custodia] o pico Gordo de los nerienses [gentilicio de Nerín], que se extiende en la cresta de la Custodia [Casotte] hasta detrás de mí, formando entonces las paredes del valle de Ordesa…

…La senda me conduce, sobre praderitas modestas, a orillas del Ordesa [Soaso]. Este riachuelo corre por el segundo terraplén, formando muchas curvas, como un río suave en los prados de las llanuras. En su inocencia infantil, todavía no sabe nada del furor con que se agita abajo en la garganta…

…Llegué a la tercera pared, sobre la cual caía el río en un pequeño salto [Barranco de Los Arracones]; la senda que me guía da una brusca vuelta hacia la derecha, y, teniendo a la espalda el Monte Perdido, voy subiendo poco a poco la última muralla, que está casi deshecha. Sobre neveros y herbazales pobres; luego, sobre losas ásperas con hendiduras hondas y hasta de un metro de ancho, se gana fácilmente altura y la tercera terraza…

…Pero desde aquí ya no sube más el sendero, como yo desearía, sino que sigue en la misma dirección, y con seguridad irá por la cresta [ladera] de la Custodia [Casotte] a Fanlo. Tengo, pues, que abandonarle; pero ya no habrá dificultades, porque mi mirada abarca todo el terreno hasta el puerto de Goris [Góriz], el cual parece bien accesible…

…Orientándome, observo que a pocos pasos más abajo caen las tres paredes, formando dos pequeñas gradas horizontales, en los prados de Soaso, directamente a la salida del Ordesa [Soaso] de la barranca; me hallé 500 metros más alto. Era la una y media y el estómago reclamaba sus derechos, pues desde las cinco de la mañana no había probado bocado. A mi lado se deslizaba un arroyuelo procedente de un nevero cercano, y me decidí a quedarme allí para comer, pues desde este sitio también pude mirar abajo y ver acaso si salían mis compañeros de la garganta para poder hacerles señales entonces…

…No los vi; solamente los grajos [chovas] revoloteaban todavía por las peñas…

…A las dos y media partí, subiendo al principio un buen trecho hasta llegar encima de los barrancos nevados y rodeando luego las faldas del pico de Goris [Custodia] hasta que tuve delante de mí las escarpadas peñas del Soum de Ramond, separadas de mí por un foso cubierto de nieve. Sobre grandes losas calizas ascendí nuevamente y en marcha ligera, alcancé la altura del collado, a cuyo lado se encuentra una especie de casco negro: la torre de Goris [Góriz], o El Morrón de Arrablo…

…El collado superior de Goris [Góriz] estimo deberá tener una altura de unos 2.500 metros (pico Gordo) [Custodia], pues el Soum queda a muy poca altura más y los mapas indican para el collado inferior, más al Sur, 2.393 metros. El puerto es ancho, formado por un montón enorme de losas deshechas por la acción del tiempo durante siglos. El panorama es grandioso. Se extienden sobre el grupo del Monte Perdido y Marboré, hasta la aguda punta de la torre (tour), de 3.118 metros de elevación, el Casco (casque), de 3.150 metros, y el Taillón, de 3.140 metros. Estos últimos picos ya los había visto desde las faldas del pico de Otal, bajando de la collada de la Tendeñera, habiendo rodeado desde entonces todo el macizo…

…Al otro lado del collado se presenta una nueva vista, casi más magnífica aun que la anterior. A mi izquierda se eleva la Cega, o el pico de Añisclo [su denominación actual es «La Suca»], con la collada de Escuaín [Cuello Viceto], delante de la cual va a parar una estribación en el Fon Blanca [Arrablo]. Desde aquel foso baja el valle de Añisclo, por el que serpentea el río Bellos, y que está formado por montes de extravagantes aspectos. Lo mismo que el valle de Ordesa, está bordeado por murallas perpendiculares; algunos afluentes forman ensenadas extrañas, sobre todo el río Pardina. Especies de púlpitos, torres y conos se elevan sobre las terrazas. Un monte asciende en una línea recta de poca inclinación para caer bruscamente, formando cinco gradas en el valle [Sestrales]. Será el Castillo Mayor (2.015 metros), entre Bertuc [Bestué] y Escuaín. Más lejos hay una infinidad de picos y crestas, y siento no haber tenido conmigo los buenos mapas de la guía Joanne (Les Pyrenées), que mi compañero tenía en su morral; pero creo haber distinguido las «Espadas» y los «Posets» antes de ir a perderse esta sierra glacial más allá de la frontera montañesa de Francia y cuya vista me quitan las nubes…

…En dirección del valle del Bellos se eleva desde una base ancha un picacho rojo-amarillo [Peña Montañesa], parecido a una mano con dedo erguido. A su derecha se reducen las alturas de cada pico hasta que se desvanecen en las llanuras…

…«Y ahora, ¿qué hago yo?», me pregunté. Nuestro proyecto primitivo fué traspasar con un guía la collada de Añisclo para ir al valle de Pineta y bajar a Bielsa y Salinas, en el valle del Cinca, a fin de subir luego por el valle del Cinqueta a Plan y al puerto de Saoum [Sahún], para ir, por último, a Benasque…

…Pero ahora no sabía yo en qué estado y adónde se encontraban mis compañeros, y qué camino tomarían. Probablemente volverían a Ordesa y seguirían hasta Torla para hacer noche allí. Mañana, entonces, podrían ir a Fanlo, y luego continuar su viaje por Buerba, Escalona y Plan para llegar también a Benasque. Desde luego, quería encontrarles lo más pronto posible, y como, además, la guía Joanne no aconseja atravesar solo y sin guía los páramos del collado de Añisclo, con sus despeñaderos, me decidí a bajar por el valle de Añisclo para esperarles en su unión con el valle que desciende de Fanlo [Valle de Vio]…

…Por eso me quedé en la vertiente derecha del Fon Blanca [Arrablo], una hondonada que encontré muy poco nevada. Deslizándome, patinando por las neveras y saltando luego sobre losas como las que hallé durante la subida, penetré en un extenso campo de esta formación. Las losas, poligonales y lisas, son un poco encorvadas, probablemente por la acción de las lluvias, y contienen en su cavidad pequeñas piedras agudas. Al principio están estas losas gigantescas casi en posición horizontal; pero luego se inclinan poco a poco para descender, finalmente, en rápido declive. Por su aspereza no fué difícil bajar por ellas, y pronto estuve nuevamente entre pastos que fajan la collada. Aquí pastaban dos ovejas, que huyeron precipitadamente. Yo esperaba encontrar por este sitio un pastor que hubiera podido enseñarme la bajada; pero no hallé a nadie…

…Vi la negra línea de una senda, medio oculta por las hierbas, que se dirigía hacia la cañada del Bellos… …A buen paso anduve, bajando algo, durante un cuarto de hora; pero luego terminó la vereda y se me presentaron unos derrumbaderos que fué completamente imposible bajar por ellos [El Tito]. Seguí descendiendo a las ensenadas del cañón y encontré otras andaderas que me llevaban a la misma trampa. La última bajaba mucho; pero me dejó luego en un campo de cicutas y ortigas, cuyas hojas picantes llegaban hasta mi nariz. Además, el suelo era muy escabroso, y las piedras, invisibles por la espesura de las plantas, me hicieron tropezar. Después de un cuarto de hora salí de este estorbo y dejé entonces las orillas del cañón, cruzando la meseta [Los Tableros] para acortar una lengüeta larga. Al otro lado vi un arroyo [Capradiza] dirigirse al Bellos. Por la cuesta serpenteaba otra senda, y creí nuevamente haber encontrado la bajada. Ya estaba entre arbustos de avellanos y de boj, y también las zarzamoras manifestaron su presencia con sus pinchos. Descendí un buen trecho; pero luego se perdieron todos los vestigios de camino en las piedras pulidas por el agua. En una cascada magnífica se precipitaba el mencionado arroyo al Bellos. Tuve que volver algo sobre mis pasos, y tomé luego la otra vertiente, con la ayuda de las piadosas malezas de boj. Llegué a una hermosa pradera [Carduso], desde la cual disfruté, descansando, una magnífica vista sobre la collada de Añisclo, que vi completamente por primera vez. En forma de un arzón cómodo se encurva entre el Soum de Ramond y la Cega [Pico de Añisclo] [su denominación actual es «La Suca»] y cae en esbeltas líneas hasta los manantiales del Bellos. Debajo de mis pies ya era este río un fuerte y feroz torrente, cuyos bramidos se oyeron desde la altura en que me encontraba. Entre declives y murallones escarpados se ha formado su cañada, gracias a los trabajos seculares: la lengüeta que antes acorté y que ahora forma un peñascal picoteado y abrupto…

…Ya eran las cinco (a las tres y cuarto estaba en el collado), y todavía no sabía cómo podría llegar al valle, y con esto, al próximo pueblo. Tampoco hallé ninguna de las cabañas o majadas que debe haber por allí, según la guía Joanne. Ascendí a la próxima elevación para orientarme, y observé delante de la misma el cañón estrecho y hondo de la Pardina, tajando bruscamente la planicie…

…Según mis experiencias adquiridas hasta ahora, no podía esperar encontrar delante, o en la misma angostura, una bajada, por lo que me dirigí, pues, directamente hacia el final de la loma árida que desciende de la cresta de Goris [Custodia]…

…Subí poco a poco a diestro y siniestro, trepando, saltando y rodeando las losas gigantescas. Sus hendiduras profundas alojan hierbas jugosas, que al andar en ellas me encerraban completamente. De vez en cuando tuve que atravesar un arroyuelo de agua amarga (tendrá azufre)…

…Comenzó a anochecer y pensé en pernoctar en una cueva o grieta que me abrigase. Busqué, pues, la más apropiada, trepando siempre en dirección de la loma, cuando vi de repente un camino ancho de herradura, bien pisado por las caballerías, que se dirigía también a la loma. Seguramente bajaba del collado, dando acceso a las otras sendas, que servirían tal vez para recoger la hierba en los herbazales abruptos del cañón…

…Suelta y desembarazadamente pude caminar ahora y alcancé pronto la loma, y allí, sobre su espalda yerma, encontré en profunda soledad una cabaña [Cuello Arenas] con un gran corral derrumbado. A mis pies comenzaba un nuevo barranco [Candaruelo], todavía seco, de un arroyo que baja hacia Fanlo y Nerín; pero no pude ver ningún ensanchamiento del valle ni pueblecito. El crepúsculo ya cubría las faldas opuestas al lado donde había desaparecido el sol…

…Me decidí a quedarme en la cabaña, bien conservada y limpia. Un nevero que había a poca distancia me daba agua glacial, y allí comí mi modesta cena…

…La choza tenía una estrecha entrada, sin puerta; delante había una especie de patio con bancos de piedra lisa. Tapé las ventanas, o, mejor dicho, unos agujeros que de día daban luz y aire al interior, con piedras apropiadas. Entretanto se obscureció totalmente, y desde las ocho hasta la una dormí divinamente, envuelto en mi capota, pues estaba bastante cansado. A la una me desperté, noté frío, y por primera vez pude distinguir bien mi albergue, que la luna alumbraba. Salí delante de la choza y me vi sobre un islote solitario, en un mar de nubes en cuyos fondos dibujaba la luna un extraño oleaje. Los barrancos a ambos lados habían desaparecido bajo las densas nieblas. La escarcha, en el tejado de mi choza, iluminada por la luz de la luna, hacía el efecto de estar cuajado de brillantes. El cielo, sereno y estrellado, abovedaba la inmensa soledad…

…Me acosté nuevamente y dormí bien hasta que me despertó, a las tres, un pajarito que había pernoctado en la misma vivienda e iba a saludar con sus alegres trinos al sol naciente. Me arreglé, comí un poco de chocolate y empecé, el día 14 de julio, a las tres y cuarto, mi marcha, siguiendo por el mismo sendero que me trajo el día antes a la cabaña…

…Por un matorral yermo y quemado descendí a orillas del riachuelo, rodeando una falda ancha que luego me daba vista libre abajo al valle…

…Vi el pueblo de Fanlo sobre un cerro que casi no se destacaba del terreno por la poca luz que aun había. Más abajo se bifurcaba el camino: uno iba hacia Fanlo [Costera de Buisán]; el otro tomaba la izquierda en dirección del Bellos [Camino de Nerín al Puerto]. Como me pareció que, por lo menos, estaba separado de Fanlo por un valle hondo, cogí la vereda izquierda, que me condujo, faldeando muchos repliegues de la montaña, por entre jarales y eriales, y me hizo ver pronto el pueblo de Nerin [Nerín] (1.258 metros), sobre un montículo encajonado en el fondo del valle. El sol, más alto ya, alumbraba aquel promontorio y hacía que se destacase su capote de casas blancas de la faja verde de las huertas. Tomando la delantera a dos rebaños de ganado, con sus pastores, me acerqué al pueblo. Olorosos arbustos de boj cubrían las faldas bajas. Dieron las seis cuando encontré las primeras casas del pueblo, que, chicas y escalonadas, forman tortuosas callejas, coronando la colina un nogal majestuoso…

…Al primer hombre que encontré le pregunté adónde podría tomar café; sin contestarme, corrió al corral de enfrente y consultó a otro. Salió un señor [Ramón Buesa Bernad], bien vestido, que me invitó a seguirle para tomar café con él. Subimos una angosta y obscura escalera y llegamos a un comedor, bien arreglado con objetos modernos, no vistos hasta entonces en aquellos parajes. Me hallaba en casa [Buesa] de un señor que habita en Valencia y que visitaba entonces a su madre. Como no hay ni posada ni fonda en este pueblo desmantelado, ya se han acostumbrado a dar hospedaje a los raros turistas que paran en aquel pueblo; y conste que tomé el mejor café que me han servido en todos los Pirineos, en compañía del amable dueño, que luego me acompañó hasta la salida del pueblo…

…Eran las siete de la mañana. El sendero, que se convierte aquí en buen camino para mulas, sigue por la pendiente derecha del barranco [Estañón] entre pinos y boj, y muy poco más abajo entra en la angostura del Bellos, adonde se encuentra la confluencia con el arroyo de Nerin [Nerín], llamado el Aso. Ahora tenía enfrente el dislocado monte de cinco gradas [Sestrales] que ayer llamó mi atención desde el collado de Goris [Góriz]. El río está franqueado por algunos puentes [Espuciallas, Molino, Oro y San Urbez] de altos arcos para permitir el paso al pueblecito de Bestuc [Bestué], colocado entre las peñas verdes de la vertiente. Mi sendero sube las murallas del cañón, y a las nueve llegué a Vío [Vió] (1.200 metros), un pueblo situado en la meseta de aquellas murallas, con interesantes formaciones de riscos y con una hermosa vista de todo el valle de Añisclo, hasta las cumbres glaciares de Las Tres Sorores, por un lado, y por el otro, sobre las ondulaciones montañesas de los valles del Bellos y Cinca…

…Algo más abajo, en la otra vertiente de la meseta, entré a las nueve y cuarto en la aldea de Buerba (1.158 metros)…

…Como en todos estos pueblos no hay teléfono ni telégrafo, fué imposible enterarme del paradero de mis camaradas; pero como tenían que pasar por Buerba, rogué a toda la gente que encontré que informaran a dos turistas, equipados como yo, por donde yo marchaba. El sol, ya bastante alto, y el camino sin sombra, sentí mucha sed, y como no hay fuentes públicas, pedí agua a una campesina. Me hizo subir escaleras altas y estrechas y me dió un gran jarro de agua, que bebí con verdadero placer. Después de haber comprado pan en la misma casa partí nuevamente…

…Continué mi camino por la vertiente pelada meridional de la meseta, bajando sucesivamente por múltiples repliegues. En estas tierras secas se cría solamente el boj, y ansiosamente miré enfrente los obscuros y frondosos pinares en los montes de Boltaña…

…De vez en cuando pasaba un aldeano en su rocín, con jaez de vivos colores, llevando un gran saco conteniendo sus compras y el inevitable paraguas azul, muy grande y lleno de remiendos…

…A las once y media, con un calor que asaba y la boca ardiente de sed, llegué a Gallisné [Gallisué] (1.057 metros), una aldehuela de tres casas sobre el espinazo fértil de la estribación de la meseta. Aquí me quedé para pasar la tarde, con un panzudo jarro de agua fresca, y me puse sobre el césped, debajo de un gran nogal, saboreando el líquido delicioso y el espléndido panorama y despachando mi frugal pitanza…

…La peña rojo-amarilla, con el dedo erguido, que ya había visto en el collado de Goris [Góriz], la tenía ahora enfrente: es la Peña Montañesa, de 2.303 metros de altura. En sus faldas se divisa el pueblo de Laspuña, y delante de las mismas se curva el valle ancho del Cinca, cuyas orillas verdes están salpicadas de pueblecillos. El más cercano es Escalona, en la desembocadura del Bellos en la Cinca, donde pernoctaré hoy. En una mancha roja, sobre un cerro pelado, se distingue el pueblo de Tella. Detrás de la Peña Montañesa se eleva una sierra de tono cálido, con el picacho alto de la Cotiella (2.910 metros), el pico más alto de la parte meridional de los Pirineos, y célebre por su panorama extenso. Su prolongación, hacia la izquierda, es la Sierra Llerga, detrás de la cual está Plan. Siguen las cordilleras nevadas y surcadas por los valles del Cinqueta y de Astos [Estós], que más adelante se pierden en las nubes…

…A mi izquierda pude mirar toda la cañada del Bellos. El lomo que había pisado se derrumba en abruptos despeñaderos en el curso del río; más detrás vi otra vez el Castillo Mayor, y en último término, Las Tres Sorores coronando todo el cañón…

…Entretanto se cubrieron los picos detrás de la Peña Montañesa de nubes que bajaron de la Cotiella, entenebreciendo el valle, antes tan alegre, y pronto se oían truenos por todos lados. Pesados nubarrones, convertidos ya en aguaceros, corrían como cortinas delante de la Peña Montañesa, tapándola, y continuaban su vuelo río arriba, produciendo vivos efectos de luz, en juego con un sol de calor penetrante. Ya relampagueaba y tronaba también en las sierras de Boltaña, a mi derecha, y vi cómo también allí se arrastraban los chubascos monte arriba. Temí que también a mí me cogieran aquellos velos de nubes que me rodeaban por todos lados, y me decidí a bajar al valle, donde hacía nuevamente sol. Era la una y media…

…Andando todavía sobre el lomo, ya llegaban a molestarme chubascos momentáneos que me obligaron a buscar abrigo debajo de robles y pinos, que no escasean por allá, y perdí así casi una hora. Pero cesó pronto la tormenta y pude continuar mi descenso por pinares, aulagales y jarales, franqueando, antes de pasar el pueblo de Payarnego [Puyarruego] (681 metros), un terreno arcilloso y monótono…

…Una vez dejado atrás, Payarnego [Puyarruego] se pasea entre huertas, a orillas del Bellos, que corre por aquí en una anchísima rambla que se atraviesa por un nuevo puente de la carretera, recién terminada. Antes de traspasarlo tomé un baño en la fresca agua del río, el cual es bastante hondo y permite nadar…

…Escalona es un pequeño pueblo en la carretera, al otro lado del río, con fértiles huertas, a una altura de 610 metros. Entré a las cuatro y media y me hospedé en una casa bastante antigua, en el fondo de la plazuela, que es el estanco del pueblo. Las dos hijas del fondista y su prima, las tres altamente simpáticas, hicieron todo lo posible para que me resultara agradable la estancia en su hospitalaria casa…

…Antes del anochecer di un pequeño paseo por la buena carretera a orillas del Cinca, que me pareció sumamente lujosa después de haber pasado tantos días por terrenos salvajes e intransitables. Un largo puente, de esbelta construcción, facilita el tránsito a Laspuña (725 metros), al otro lado del Cinca. Desde este puente hay una hermosa vista de Las Tres Sorores, con sus anchas manchas de hielo y de nieve, que brillan en colores rojizos a la puesta del sol, y en donde nace el río…

H. DEFFNER.
Ingeniero.

—sic— con [aclaraciones personales]


[hr]
Imagen
Los Tableros.


[hr]
OBSERVACIONES

El artículo original completo (que merece la pena leer) así como el mapa, fue publicado en entregas sucesivas a través de la (entonces joven) Revista de la Real Sociedad Española de Alpinismo Peñalara en el año 1916.

La identificación de D. Ramón Buesa Bernad, ha sido posible gracias a la inestimable colaboración de Manolo Latre de Nerín.

Espero que os guste y/o sirva de futura referencia.

Saludos.

EDUARDO SANCHEZ ABELLA


El Macizo Calcáreo de Monte Perdido Le Massif Calcaire du Mont Perdu
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