Quizá porque el verano sea la mejor época para visitar la montaña (no por la zona por la que yo me muevo a causa del calor) saltan a la vista los comportamientos incívicos de algunos "montañeros" o "senderistas" que pueblan nuestros montes.
Hace algunos lustros, cuando no había "senderistas" si no "excursionistas" a los que nos dedicábamos a recorrer las montañas nos veían como una rara avis. No se entendía qué interés podía haber en pegarse pateadas kilométricas para ver un barranco, una cascada, un bosque de acebos o subir a una montaña para ver las vistas.
Años más tardes empezó el boom del senderismo. Los viejos caminos y sendas de herradura se empezaron a marcar, a poner postes y balizas para no tener que esforzarse demasiado en seguir mapas y que fuera un paseo controlado.
Pero he ahí que todos aquellos domingueros que hasta entonces no se habían atrevido a caminar más allá de unos metros alrededor de donde podían llegar en
se lanzaron a recorrer aquellos magníficos PR y GR totalmente señalizados y acudieron en masa a Decathlones y similares a equiparse completamente para la ocasión (bastones, buenas botas, ropa técnica...) y empezaron a colonizar las montañas.Pero con ellos se llevaron sus vicios urbanitas y los expandieron por los montes. No se yo por vuestra zona pero por las sendas que yo transito a veces es más fácil seguir los rastros de papelitos, colillas, bolsas de gel, mondas de naranjas y plátanos, etc. que las propias marcas de las sendas. Y ya en los últimos años la fiebre de las carreras de montaña han terminado de rematar la faena.
Bajando el otro día desde los llanos de La Larri por la senda que va a la ermita de Pineta ya fue el colmo. A medida que íbamos acercándonos al valle empezaban a verse los troncos de centenarias hayas totalmente navajeados con corazoncitos, con fechas y con nombres de efusivos enamorados (cuántas de esas parejas seguirán juntas me pregunto) lo cual confirma lo que dije al principio, que la gente se meneaba lo justo desde los coches.
Se empieza con actitudes como esta y se acaba lanzando colillas encendidas, tirando botellas de vidrio, escondiendo latas de refresco en las grietas de las piedras... por no decir nada de los múltiples nombrecitos y grafitis que te puedes encontrar en cualquier vértice geodésico o lugar emblemático de la ruta, a modo de "trofeo".
Y además de todo esto la poca preparación que la gente hace de las rutas porque a veces me he encontrado yo gente a kilómetros de la fuente más cercana preguntando si estaba por allí cerca.
Pues nada, lo dicho, a ver si entre todos podemos erradicar estas actitudes de nuestros montes para uso y disfrute de generaciones venideras.
