Las fotos van llegando con cuenta gotas debido únicamente al proceso de revelado. (Ah, no… que ya no se revela, que ha sido únicamente la distribución de los dvd’s por parte de los componentes del equipo gráfico). Tengo sólo un pack y quedan pendientes otros dos pero voy publicando algo.
Adelanto que íbamos un equipo de edad (10 amigos en la cincuentena) y poco habituados ya a salir del asfalto, así que optamos por no complicarnos la existencia e intentar coger alguna ruta que pudiera ser de fácil acceso. El plan previsto consistía, no madrugar, desayunar contundentemente, llenar las botas de vino, echar a las mochilas los kits de embutidos y fruta y arrear ‘pal verde.
El primer paseo fue por Canal Roya.
No llevábamos preconcebido ni el tiempo que íbamos a pasar pateando ni un destino concreto al que llegar. Todo iba a depender de las fuerzas del equipo y de los engranajes físicos y postizos del personal. Una prótesis de cadera y varios meniscos operados.
Los coches se dejan en un aparcamiento en el km 670 de la N300. Pasamos el puente y giramos a la derecha para pillar ya el paseo. Nada más empezar a la izquierda descubrimos, según decía uno de los colegas, un apartamento de altura y sin ventanas. ¡¡¡Cómo está la vivienda!!! En realidad se trata de la chimenea del Anglasé. Es un resto muy bien conservado de una antigua fundería de hierro y cobre que hubo en la zona.

A los 15 minutos de salir, se produce la primera anécdota. A una del equipo le habían dejado unas botas que sospechamos llevaban mucho tiempo archivadas así que las dos suelas se soltaron en un pis-pas. Menos mal que somos gente precavida y en los coches había calzado de sustitución que podía servir. Paradita del grupo y dos personas de vuelta a los coches a por los repuestos.

Tras el cambio, seguimos subiendo suavemente por un sendero de ligera pendiente para ir metiéndonos en un bosque que nos ofrece una sombra que ciertamente se agradece pues los días están siendo especialmente calurosos para la época. Pasamos por la Fuente del Cerezo a la que en ese momento no le hacemos especial caso. Aunque la pendiente es suave, se va ascendiendo así que los árboles van desapareciendo y empezamos a pasar calor. Todo el trayecto discurre siguiendo la línea del rio. Nos hemos ido tropezando con un buen montón de caballos que bajaban por la pista. Al vernos han retrocedido pero se han encontrado más gente de vuelta así que han espantado para el prado vecino.

El paisaje y la naturaleza en general invitan a mil paradas.



Seguimos subiendo con tranquilidad hasta que llegamos a un punto conflictivo. El rio baja con mucha agua y aunque hay un puente para salvar el barranco no se puede llegar hasta él andando. Baja tanta agua que da la impresión de que parte del torrente va por fuera del cauce habitual. Nos toca replantearnos qué hacer. Enseguida hay uno que se quita las botas y se pone a investigar por dónde y cómo pasar. Acabamos todos con las botas al cuello y pegando gritos porque el agua está algo más que fría. El único que al parecer no tiene frio es el primero que se ha metido y ha estado todo el rato ayudándonos a pasar a los demás. Será que sus baños diarios en La Concha lo han curtido.

Muy cerquita nos encontramos ya ‘un bar’. Ah, no, es el refugio de Lacuas. Seguimos subiendo pero la pista parece que nos llevaría a volver a pasar el rio algo más arriba pero la cosa está todavía más complicada. Un par de exploradores buscan una alternativa pero nos obligaría a coger una pendiente bastante fuerte y piensan que la vuelta para algunos podría resultar complicada. Así que asamblea y decidimos tomárnoslo con calma,… bajar, volver a pasar el río y buscar algún lugar cómodo y al fresco para comer.

Comenzamos a desandar lo andado… pero el sol está en su punto central así que no hay sombra que valga.

Continuamos bajando hasta volver al bosque que es el único sitio en donde pensamos poder estar un poco frescos. Bajando bajando acabamos llegando de vuelta a la Fuente del cerezo. Rellenamos las botellas de agua con agua bien fresquita y muy cerquita de ahí montamos el campamento. Comienza la cadena de trabajo… bocatas, fruta, frutos secos y un par de botas de vino pasando de mano en mano.
Como el paseo ha sido algo más corto de lo previsto, barajamos alguna otra opción para el resto de la tarde. Que si seguir pateando quizás por La Garcipollera, que si San Juan de la Peña por eso del complemento cultural,… Bueno… primero pararemos un momentín en Canfranc a echar un pis y un café.
Cuatro de la tarde. Canfranc. Sudados y el sol sigue cayendo a plomo. Ni café ni leches. Cañones y de los grandes por favor. Una buena sentada. Tiempo de reflexión. ¿Tamos tontos? A ver… echemos cuentas. Si son las… y todavía vamos a… y luego tenemos que volver de… y ducharnos y… Que casi que nos terminamos la caña con traquilidad y luego vamos directamente a darnos una ducha y nos hacemos la visita cultural directamente en Jaca. Oye… ¡¡¡decisión unánime!!! Vascos y ni una opinión discordante. Impresionante.
Siete y media de la tarde, hemos quedado en juntarnos en una terraza/jardín que hay entre los dos apartamentos que nos acogen. Seguimos con los cañones (que para eso estamos en pirineos).
Intentamos averiguar si en algún sitio podemos ver los preliminares del partido de La Real. Al parecer es muy importante ver el homenaje que la afición la va a tributar a Aramburu. Na. Imposible. Nos olvidamos del partido y nos acercamos a la Catedral (por fin la parte cultural). Algunos entramos, miramos, salimos. Venga, … ya nos hemos cultivado así que vamos a juntarnos con los que ya eran cultos y han decidido esperarnos en un bar. Damos una vuelta por el pueblo y acabamos cenando en un vegetariano, entre otras cuestiones para darle un capricho al que se baña a diario en La Concha.