
Por el camino, encontramos las cascadas por las que las aguas del Aragón Subordán caen al valle de Guarrinza. Se nota la lluvia de los días anteriores:

Vista del valle. A mi me parece un sitio precioso. Se trata de un valle de origen glaciar, casi llano, donde el agua tiene que retorcerse en grandes meandros para encontrar el camino de bajada:

La zona es rica en monumentos megalíticos. Vamos a buscar un poco...

¡Premio! El dolmen de Aguas Tuertas:

¿No es una maravilla?

Otra


El lugar invita a detenerse un rato, con calma. En esta época, siendo un día de diario, es un lugar tranquilo y solitario. Pero, por desgracia, hay que volver. Durante la bajada, disfrutamos del colorido otoñal:

Todos los colores del otoño reunidos en un solo árbol:

Por las laderas de piedra rojiza se deslizan pequeñas cascadas:

La cosa se pone un poco negra y aceleramos el paso. Aún nos queda una mañana que aprovechar. A la salida de la Selva de Oza nos despedimos del majestuoso Castillo de Acher, ya casi cubierto por las nubes:

Y en marcha hacia el albergue de Canfranc, atravesando los valles de Jasa, Aísa y Borau, en busca del siguiente destino.