Ordesa y Monte Perdido. Geomorfología.

Agentes erosivos como el viento y, muy especialmente, el agua y el hielo han sido los encargados de moldear y cincelar el paisaje del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido hasta el estado actual en que lo podemos apreciar.
La disolución de las rocas calizas por parte del agua -fenómenos kársticos- creó estrechas gargantas y cañones de desagüe, como el caso de Escuaín o de Añisclo, además de un complejo sistema de grutas, cavernas, simas y ríos subterráneos. Así a lo largo y ancho de la geografía del Parque es posible encontrar paisajes intensamente karstificados como el sistema de cuevas heladas de Marboré, la Gruta Helada de Casteret,el conjunto subterráneo de Escuaín -uno de los más importantes de nuestro país desde el punto de vista espeleológico-, así como numerosas dolinas, ollas, marmitas de gigante, lapiaces superficiales y depresiones endorreicas -como las de Millaris y Salaróns-.
Los hielos de la Era Cuarternaria, en su período Pleistoceno, fueron los encargados también de dar forma a buena parte del macizo, con circos y valles en forma de «U» que contrastan con los fluviales en forma de «V». Durante más de un millón y medio de años, las nieves y los hielos nórdicos se desplazaron hacia el sur, entre dos y cuatro veces según autores, con etapas interglaciares de regresión

A períodos intensamente fríos, siguieron otros de condiciones climáticas cálidas e incluso áridas. La fauna y la flora se desplazaban en el mismo sentido que los hielos o se adaptaban a las nuevas condiciones. En los períodos fríos, los Pirineos y por lo tanto el macizo de Monte Perdido, quedaron abiertos por los enormes casquetes de hielo a partir de los que se extendían grandes lenguas glaciares, acomodándose a los modelados preexistentes y remodelando en su avance las estructuras orogénicas de la Era Terciaria con una doble acción: erosión y acúmulo de materiales. Las cubetas de sobreexcavación, hoy ocupadas por las gélidas aguas de los ibones o bien colmatadas con sedimentos -dando lugar a húmedas praderas-, aparecen también a consecuencia de la pasada acción glaciar. La morrenas glaciares nos hablan del pretérito esplendor de las masas de hielo, hoy acantonadas a pequeños glaciares de circo con tamaños residuales (Monte Perdido, Marboré y Soum de Ramond).

Por otro lado la alternancia hielo-deshielo produce formas erosivas periglaciares, como las pedreras o canchales, los suelos poligonales, suelos estriados y coladas de bloques.
Para ser más exactos se puede afirmar que la geomorfología del macizo de Monte Perdido se debe por una parte a la estructura tectónica y, por otra, a los agentes erosivos que lo modelaron dando como consecuencia relieves diferentes, según el predominio de una o de otros.

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