Rutas cañón Añisclo. 49 Los barrancos del Cañón Añisclo.

Todo el entorno de Añisclo y el valle de Vió, agreste y duro, ampliamente trabajada la caliza por el agua fría y carbonatada de múltiples surgencias, es muy propicio a la formación de gargantas y barrancos.
Destacan en su orilla derecha Arrablo o Fuen Blanca, Capradiza, Pardina, Sabarils, Viandico (río Aso) y Labaneras o Arpío. En su izquierda, San Vicenda, Plana Canal, Cavalls, Betosa y Airés. A los que deben añadirse La Valle, que desciende desde el Pueyo de Mondicieto hacia el Sur. Gloces en el río Jalle, cerca de Fanlo, y las gargantas superiores e inferior del río Yesa, entre Buerba y Yeba.
Mención especial merece el río Bellós, con tres tramos perfectamente diferenciados. Desde la cabecera de La Ripareta. De ésta al Molino de Aso, y de éste a la fuente de Puyarruego. Verdaderas gargantas y desfiladeros dentro del propio cañón. Para llegar a comprender y comprobar el trabajo increíble de las aguas del Bellós es preciso seguir, paso a paso, salto a salto, su camino. Todo su curso es la permanente demostración del trabajo erosivo del agua, todo un ejercicio de imaginación y diseño, en un escenario subyugante, auténtico espectáculo en sí mismo, mundo mágico donde los elementos se conjugan para producir los mejores efectos.

No permitido en el Plan Rector de Uso y Gestión del Parque Nacional el descenso de cañones y barrancos, se hace especial mención, por figurar fuera de los límites del Parque, de Viandico, tramo entre el Puente de Espucialla (itinerario nº 48) y el Molino de Aso, con rincones de gran calidad, surgencias y un final espectacular en las cascadas.
Labaneras o Arpío, que discurre desde Vió hasta el desfiladero de Las Cambras. Gran ambiente de bosque y naturaleza, salvaje y solitario y con dificultades técnicas asequibles.
Airés, desde las proximidades del pueblo de Bestué hasta la desembocadura en el Bellós, próxima a la carretera. Varias gargantas pintorescas, en un buen marco para un recorrido bonito y agradable.
La Valle, en la vertiente meridional del Pueyo de Mondicieto, auténtica cicatriz de la montaña, que merece el homenaje de una visita.
Gloces, magnífica fisura, estrecha y sinuosa, donde la luz tamizada pone el ambiente, la vegetación el decorado, y el increíble trabajo del agua la espectacularidad.
Y el Yesa (ver itinerario nº 51), donde formaciones, paredes, pasillos estrechos y las múltiples formas de la roca y la erosión compiten con una exuberante vegetación y un agua, fría y limpia, para producir mejores sensaciones.

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